Guarda tu Corazón, #2

SER. Sería muy difícil vivir la vida de alguien más. Olvidarías lo que se supone que debes hacer o no sabrías como hacerlo, te sentirías incómodo y perdido. A fin de cumplir con tu propósito, deber de ser, y luego, las cosas fluirán naturalmente.

Podemos preguntarnos, ¿quiénes queremos ser? ¿Cómo podemos ser aquéllo que esperamos ser?

  • Relación. Se trata de una relación con Dios y nuestra relación con otros. Los dos grandes mandamientos de los cuáles Jesús habla en Mateo 22:37, 39 son “…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente…y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Esto hace referencia a las relaciones. A fin de verdaderamente demostrar amor a alguien, debes conocer, pasar tiempo con, tolerar, perdonar y aceptar a esa persona y eso no es fácil de hacer en muchas ocasiones.

Tenemos a Dios, sin embargo, y, ¡Él es un experto en relaciones! ¡Él nos reconcilió con Él al enviar a SU PROPIO HIJO! Podemos confiar en que Él nos guia por un viaje de toda la vida con Él y ha prometido equiparnos con todo lo necesario.

  • Identidad. Juan 1:12-13: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Las cosas funcionan mejor cuando sentimos que pertenecemos, cuando sabemos quiénes realmente somos. La palabra clave es PROPÓSITO. Nuestro propósito en la vida está definido por quiénes somos.

Saber nuestro propósito nos ayuda a saber qué hacer, cómo actuar y nos da la motivación para terminar lo que hemos comenzado. Hay una promesa de Dios para nosotros cuando hacemos Sus propósitos, los nuestros. Esa promesa se encuentra en Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Sólo Él puede convertir cada situación en nuestra vida en algo que trabaja para nuestro bien.

  • Naturaleza. Nuestra naturaleza como seres humanos se inclina hacia el pecado. Nuestros corazones están llenos de deseos perversos y tenemos una lucha constante para hacer las buenas cosas que Dios ha preparado para nosotros.

Gálatas 5:17 lo ilustra así: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”

Podemos depender del trabajo del Espíritu de Dios en nuestras vidas; Él nunca nos deja y Sus promesas testifican acerca de eso.

“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.”
2 Pedro 1:4

En la medida en la que nos acercamos a Dios, en esa medida somos transformados por Él.

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